miércoles, 6 de marzo de 2013

Lección 27. Amar es aceptar el cambio

En la vida todo es cambio y movimiento, aún aquello que parece sólido e inamovible, se renueva permanentemente. La vida es un flujo constante de transformación, un segundo que se esfuma, un día que pasa volando, un año, una década, siempre diferentes. El tiempo es relativo, pero entre cada amanecer y cada anochecer, cambiamos, una y otra vez, en una danza cósmica permanente de transformación y movimiento.
 
Nuestro cuerpo cambia, al igual que nuestros gustos, pensamientos, deseos y ambiciones, ya no somos lo que fuimos hace 20 años, o 10, o 1. A veces miramos atrás y aparece nuestra imagen, como la de un extraño en una vieja película del recuerdo, es otra época, ya es historia. Hemos escrito nuestra historia, a veces nos sorprendemos de quiénes fuimos y de todo lo vivido, la realidad ha superado cualquier previsión o plan establecido.

Resistirse al cambio, es una lucha sin razón, y sin ninguna posibilidad de victoria. El cambio es una ley universal, la evolución es una realidad, el nacer, crecer, amar, morir y renacer…es el ciclo constante en toda la creación. Cada amanecer es un nuevo nacimiento y cada sueño una pequeña muerte, el despertar es una nueva posibilidad para vivir, para amar, disfrutar, y cambiar en la dirección que lo deseamos, aquella que sentimos que tiene mayor significado y sentido.

La capacidad de amarnos incondicionalmente, con todos los cambios que el tiempo regala, es la base para vivir con paz en nuestros corazones. Es un deber amarnos, sentirnos dignos de afecto, valiosos independientemente de la realidad externa que nos acompaña, sentirnos creadores con posibilidades infinitas, y sobre todo amados…inmensamente amados por el Creador. Estamos vivos, y si lo estamos es que aún nos quedan muchas lecciones para aprender la lección más importante, el amor.

El verdadero amor en una relación se manifiesta con los años, cuando somos capaces de aceptarnos y aceptar al otro, con todas las huellas que ha dejado el tiempo. Podemos aceptar el cambio, como un maravilloso regalo, la posibilidad de movernos y descubrir para no caer en la rutina, ni la monotonía que se instaura en las relaciones o en la vida cuando intentamos aferrarnos al pasado.

La prueba más grande de amor ocurre en la relación de pareja, porque es un amor libre, sin la fuerza de la sangre o la familia. Es el amor que transforma, cambia y evoluciona, el que crece y nos hace crecer, el que mejora con los años, cuando las palabras sobran, la presencia está aún en la ausencia y con una sola mirada podemos llegar al alma de quien amamos.

Dios, Padre Amado, gracias infinitas por el cambio, porque él nos permite crecer en amor para acercarnos más a ti.

Liliana

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