El verdadero propósito de la vida es amar abandonando el egoísmo. Un ego fuerte es el mayor enemigo del amor, cuando el ego gobierna nuestras vidas nos movemos motivados por un falso amor propio, que crea distancia y se considera separado y diferente a lo demás.
El egoísmo nace de la
percepción de carencia o escases, de considerar que no hay suficiente de todo
para todos. Una baja autoestima, es decir una persona con poco amor a sí misma,
se mueve en el mundo del ego, un ego que crea pensamientos constantes de vacios
en el interior. La ausencia de luz sobre la
verdad del amor, hace que el ser humano se pierda en los vicios originados por
el propio ego: la avaricia, la soberbia, la lujuria, la pereza, la gula, el
egoísmo, la envidia, como los principales.
Una autoestima sana es la base
para dar un amor desinteresado, si sentimos que carecemos de algo, no damos
amor sino cambiamos amor, esperando siempre recibir de otros, proporcional o
más de lo que damos, es un intercambio de favores motivados
por el ego. Abandonar en ego, es sentirnos una parte más del mundo, no menos,
ni tampoco más importante que cualquier otra persona.
Abandonar el egoísmo, es
dejar de pensar en YO, para pensar en Tú, y en Nosotros. Es sentir que tu
felicidad, es mi felicidad; es dar con generosidad sin esperar retribución, es
valorar las necesidades del otro y no solo las propias; es desarmarse del
orgullo y poder decir perdóname o te perdono. Dejar el egoísmo es comprender
que nada me pertenece y que todo llega para ser administrado y compartido.
El ego ejerce acciones que
divide, separa, enfrenta, crea luchas de poder, considera que ceder es perder.
El ego habla de sí mismo todo el tiempo (egotismo), tiene un culto excesivo por
la propia persona (egolatría), antepone sus necesidades por encima de otros
(egoísmo), y establece a la persona como centro sobre el cual debe girar el
mundo (egocéntrico).
Cuando no nos sentimos bien,
posiblemente hemos dejado que sea el ego, el que gobierne nuestros pensamientos
en ese momento. El ego, es un enemigo oculto, que está allí, generando miles de
motivos para justificar nuestra falta de amor a otros. Poco a poco debemos
abandonar la falsa imagen que tenemos de Dios, del mundo, de nosotros mismos y
de los demás. Hay que reconocernos como: herederos de un reino de abundancia,
fuentes de amor ilimitado, y personas diferentes en personalidades pero iguales
en esencia.
Liliana
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