viernes, 25 de enero de 2013

Amar a los adultos mayores: Una sonrisa para un anciano



Bienaventurados sean:

Los que comprenden mi extraño paso al caminar y mis manos torpes.

Los que saben que mis oídos tiene que esforzarse para comprender lo que oyen.

Los que comprenden que aunque mis ojos brillan, mi mente es lenta.

Los que con una sonrisa me estimulan a intentar una vez más.

Los que nunca me recuerdan que ya he hecho dos veces la misma pregunta.

Los que me escuchan pues yo también tengo algo que decir.

Los que saben que siente mi corazón aunque no pueda expresarlo.

Los que me respetan y me aman como soy y no como ellos quisieran que fuera.

Los que me ayudan en mi peregrinación hacia la casa del Padre Celestial.

Anónimo 

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