miércoles, 30 de enero de 2013

Lección 8. Amar es una elección


La mayor prueba del amor de Dios es la capacidad que tenemos de elegir. Todos los seres humanos poseemos la opción de elegir, tenemos el libre albedrío y con él decidimos un camino u otro. Aún en condiciones de secuestro o privación de la libertad, nadie nos puede obligar a sentir diferente a cómo nosotros elegimos.

Las decisiones que tomamos son las que dirigen la vida, nuestro poder personal radica en la capacidad de elegir aquellas opciones que nos acerquen más a nuestros sueños, sin importar cuales sean ellos. En la vida elegimos, elegimos y elegimos, siempre estamos tomando decisiones, desde simples o de poco peso, a decisiones trascendentes que marcan puntos de quiebre en nuestras vidas.

El mundo está lleno de posibilidades, así como de múltiples talentos y capacidades le son dados a cada persona. Las oportunidades para amar están aquí y ahora, los dones para amar están en nuestro interior si aceptamos que es así. La elección de qué, a quien, cómo, cuando, donde amar es nuestra, es la libertad más plena.

Los seres humanos actuamos de manera instintiva la mayor parte del tiempo, respondemos a estímulos externos de forma automática. Aprendemos a reaccionar según las experiencias de vida y los modelos que hemos observado, en la familia y en la sociedad de la cual hacemos parte. No siempre aquella forma que aprendemos de manera inconsciente y continua es la mejor, pero tenemos todo el poder para mejorar en la dirección que deseemos, nada es imposible para quien cree que es posible.

Aprender a elegir el amor y no el odio o la indiferencia; requiere un paso previo que es desaprender lo aprendido y que no funciona. Ir al  centro de nuestro ser, hacer consciente la forma que reaccionamos y por qué lo hacemos, sacar a la luz la oscuridad que hemos dejado entrar, y ver que en nosotros habitan como eternos compañeros el bien y el mal.

El camino del amor no es el sendero tranquilo, es el camino de la guerra que al final conduce a la paz, pero es una batalla que se libra en nuestro interior, en cada decisión del día. Puedo sentirme infeliz porque el día está lluvioso, o puedo ser feliz porque las plantas tienen el agua que necesitan; todo depende de la forma en la que elijamos reaccionar. 

Cuando nace en el corazón la intención de amar, Dios nos  brinda la ayuda que necesitamos, estamos en su voluntad.
Liliana

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